¡EL PERÚ LO VACÓ!

¡EL PERÚ LO VACÓ!

Cuando se cumplían seis meses del inicio del hoy fracasado y nefasto gobierno del presidente Castillo, escribí en una de mis columnas, que estábamos ante un gobierno lleno de cuestionamientos y debilidades, producto de la desorientación de un presidente que no estaba capacitado para conducir a la nación, que además se deslumbró por el poder y se corrompió desde lo más íntimo de su entorno.

“Lo que mal empieza, mal acaba” dice un conocido adagio popular, que calza perfectamente con la situación vivida el pasado 07 de diciembre de 2022, que quedará escrito en la historia del Perú, como el día en que fracasó el intento del comunismo por tomar el poder, rompiendo el orden democrático; definitivamente, fue el momento preciso para que los poderes del Estado alzaran su voz y desconocieran a un gobierno que se había convertido en usurpador y fue el momento exacto para que el Congreso, pese a su desprestigiada actuación durante toda la gestión de Pedro Castillo, reaccione ante los graves hechos acontecidos y sesione de inmediato, aprobando la moción de vacancia presidencial por incapacidad moral, la que calzaba perfecto luego de la declaración del presidente Castillo.

Fue el momento preciso para que opere el mecanismo constitucional de la vacancia; que de pronto, se convirtió en el instrumento jurídico que salvó al Perú de otro nefasto autogolpe de Estado. El país entero exigía la renuncia de Castillo, por su incapacidad, por sus intereses ocultos, por sus desaciertos y por actos dolosos de optar por una tendencia política, de trabajar siempre con personajes sometidos a la justicia; el Perú le exigía que renuncie por ser la cara política de un partido que hoy es investigado por organización criminal.

El expresidente no quiso escuchar la voz del pueblo soberano; pretendió aferrarse a un cargo a costas del hambre del pueblo, a costas de la educación, a costas de la salud nacional y a costas de la seguridad ciudadana; Castillo no quiso renunciar pese a las declaraciones contundentes de sus colaboradores más cercanos, que lo sindican como cabeza de una presunta organización criminal que había tomado el Poder Ejecutivo. Finalmente, la renuncia de Castillo hubiera sido lo más inteligente; sin embargo, la historia terminó con un fallido autogolpe, con un Estado que ha demostrado la solidez de su Constitución y de sus instituciones; con un expresidente detenido y sometido a la justicia; y con una nueva presidenta que ha prometido reencauzar al país hacia el diálogo, la paz y el crecimiento. Hasta la próxima semana.

(*) Abogado
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