Isabel II: el extraño saludo que daba la reina en compromisos reales [VIDEO]

En el libro ‘Queen of the World’ (‘La reina del mundo’) del biógrafo real Robert Hardman se revela el secreto.


Después de días en los que los doctores de la reina Isabel II mostraran su evidente preocupación por el estado de salud, finalmente la familia real informó, por medio de un comunicado, el triste fallecimiento de la monarca a los 96 años, quien tuvo en su haber el reinado más largo de la historia británica desde 1952.

“La reina murió pacíficamente en Balmoral esta tarde. El Rey y la Reina Consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana”, se lee en uno de los tuits que publicaron desde la cuenta oficial de la familia real, mientras tanto se espera que pongan a disposición el plan ‘Puente de Londres‘ y con él hacienda al trono el príncipe Carlos.

EXTRAÑO GUSTO

Isabel II tenía un dispositivo especial con el que podía simular el saludo en caso de fatiga, como si este estuviera agitando la mano, informó un medio británico, citando un libro titulado ‘Queen of the World’ (‘La reina del mundo’) del biógrafo real Robert Hardman. El secreto fue revelado después de que el autor de una nueva biografía de la reina conversara con la hija de Isabel II, la princesa Ana. Aquella mano artificial se la regalaron a la reina por una broma de unos estudiantes australianos hace algunos años. “Creo que pensaron que le parecería impertinente, pero la reina quedó fascinada”, explicó la princesa a Hardman.

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GUANTE DE PELUCHE

La mano se trataba de un guante de peluche con una palanca de madera que se puede estar en movimiento con un ligero toque, después de lo cual comienza a moverse de un lado a otro, produciendo un efecto extraño de gesto de saludo.

Gracias al dispositivo, la reina tenía la posibilidad de seguir moviendo la mano en los compromisos reales cuando sentía que su brazo comenzaba a cansarse. Para esto, Isabel II llevó el regalo al Reino Unido y lo tuvo guardado en Balmoral, la residencia estival de la reina y su fallecido esposo, el duque Felipe de Edimburgo.

«No creo que alguna vez lo haya usado en público, pero escuché que se convirtió en una broma familiar muy querida», asegura el autor.

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