¿FANTASMAS EN LOS HOSPITALES?

Hemos recordado viejas historias relacionadas con este hospital que siempre me han fascinado y que sólo he compartido con un reducido círculo de amistades, pero que hoy me apetece compartir. Todas las personas que trabajamos en el ámbito sanitario somos espectadores de situaciones únicas. Podríamos contar muchas anécdotas, unas graciosas y simpáticas; otras escabrosas o paranormales, donde se mezcla la realidad con la ficción.

En los hospitales suceden a menudo historias extrañas que en muchos casos escapan a la razón. Son lugares especiales de vida y muerte, donde se juntan el mundo de los vivos y el de los muertos con fantasmas que vienen del más allá y que habitan en algunos de ellos. Los fantasmas no sólo están en los edificios abandonados de viejos hospitales, sino en los que están en pleno funcionamiento, como el de Los Montalvos de Salamanca.

Recordé testimonios de compañeras que me contaban que por la noche se hacían presentes extraños fenómenos que ocasionaban escalofríos a muchas personas. Tuve la suerte de charlar con algunos trabajadores que me aseguraron que esos fenómenos se seguían produciendo: una imagen de intensa luz, ruidos, risas, llantos o sensaciones de una presencia que toca tu hombro sin ver a nadie alrededor.

Pero hagamos una breve referencia histórica de este Sanatorio de Tuberculosos, hoy Hospital de Los Montalvos integrado en el Complejo Hospitalario de Salamanca. Si bien la tuberculosis fue considerada un problema de salud desde el siglo XVII, es en el siglo XX cuando se empieza a ver la necesidad de crear sanatorios sólo para personas afectadas de tuberculosis, pues en 1920 fallecieron en España unas 30.000 personas afectadas por esta enfermedad.

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Desde el año 1930, el doctor Filiberto Villalobos, diputado provincial de Salamanca en esa época, emprende una campaña para promover la creación de un Sanatorio Antituberculoso en Salamanca, pero no sería hasta el 25 de abril de 1935 cuando se puso la primera piedra para la construcción de este Sanatorio. Aunque su construcción estuvo llena de dificultades de todo tipo, en el año 1948 se abrió con un total de 601 camas. Además, contó con su propio cementerio, donde muchas personas fallecidas en el Sanatorio fueron enterradas.

Contraer la tuberculosis en esa época era letal y un estigma para los pacientes que ingresaban; muchos de ellos sabían que no regresarían jamás a sus casas, por lo tanto, qué cantidad de historias, sentimientos, sensaciones y muertes habrán albergado las paredes del actual Hospital de Los Montalvos, que sigue manteniendo parte de su antigua estructura: pasillos largos, habitaciones amplias y laberintos de escaleras. Un escenario idóneo para lo inexplicable y un lugar con muchos secretos, rodeado de misterios y enigmas.

Uno de estos misterios es el fantasma de la Niña de la Encina que de vez en cuando recorre el hospital. La historia cuenta que una niña de 9 años burlaba la vigilancia del centro para visitar todos los días a su madre ingresada por padecer tuberculosis. El mismo día en que murió su madre, se la vió entrar, pero jamás salir. Aseguran que nunca salió del Sanatorio y tampoco regreso al pueblo; desapareció y jamás fue encontrada. Desde entonces, varias personas aseguran haber visto el espíritu o una figura de una niña que flota recorriendo el hospital, además de escuchar risas y canciones; otras, en cambio, ven una luz blanca muy potente que aparece de vez en cuando. El hospital está rodeado de encinas, y cuentan muchas personas que no se sienten solas cuando van a recoger el coche, que una presencia inexplicable las acompaña.

De estos fenómenos se han hecho eco diversos programas de televisión; los periódicos, reportajes y los expertos, realizado psicofonías, asegurando que en estas grabaciones se oían frases que decían: «mamá, búscame», «no puedo salir», «tengo hambre».

Los expertos en estos temas opinan que lugares donde muere mucha gente son espacios idóneos para que se produzcan estos sucesos, hay espíritus que quedan atrapados y nos visitan. Los hospitales han visto morir a muchas personas. No me cabe duda de que son escenarios perfectos para lo inexplicable y éste es un lugar que tiene una carga de energía especial para sentir y experimentar.

No hay una evidencia clara de que existan los fantasmas, pero hay testimonios que hablan de historias insólitas y sus manifestaciones son un hecho. ¿Es superstición? ¿Temor a lo desconocido o a lo que no podemos explicar? Cada cual es libre de creer o negar los hechos; mi única pretensión es contar historias que a veces nos sobresaltan sin prejuicios y miedos, porque, como suele decirse: «Hay que tener más miedo a los vivos que a los muertos».

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