Seguimos entre declaraciones y puro humo

Como lo dije en una anterior columna, a raíz de las declaraciones del ya famoso empresario Villaverde, todo tomó un nuevo ritmo en la esfera política y mediática, tal es el nuevo ritmo de las declaraciones al que todos bailan y juegan: El Congreso y su comisión quieren “la declaración”; la famosa Karelim sigue declarando y lanzando nuevas acusaciones; el ex Premier fue llamado para lo mismo; la Primera Dama también se presentó a declarar con escolta de seguridad y tras lunas polarizadas, optó por guardar silencio, escondiéndose del pueblo que eligió a su esposo como primer mandatario, en una actitud nunca antes vista.

Habló la cuñada del primer mandatario; se entregó Bruno Pacheco y dio su tan esperada declaración, complicando más que nunca la situación del presidente, de su familia y de su entorno más cercano, que cada vez está más cuestionado por su renuencia a someterse a la justicia.

La actitud firme de la nueva Fiscal de la Nación ha causado revuelo en las altas esferas del gobierno, produciéndose incluso la abrupta salida de un ministro de Estado tras haber conformado un equipo policial especial para ayudar a capturar a los prófugos.

Hoy le tocó declarar al presidente, quien, al igual que su esposa, ha optado por guardar silencio. Así, entre idas y venidas, unos declaran, otros huyen y se pierde la perspectiva del verdadero problema nacional, que se resume en un desgobierno total, pero nadie dice nada.

En el nuevo ritmo, el Congreso, juega a sus propios intereses; siguen marchas y protestas ciudadanas; continúa la insatisfacción y el rechazo popular a esta gestión; seguimos en medio de un total desasosiego, con una falta de destino común, con ausencia de políticas públicas y de Estado, lo que es la característica más notoria de este momento que atraviesa el país.

Finalmente, la economía será la que castigue al pueblo peruano en medio de esta crisis que cada día se agudiza más y parece no tener salida; la inseguridad generará el caos en la sociedad, se acerca la desaceleración del país por el impacto de la baja de las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, en medio de una inestable economía que se sostiene en base al comercio, mas no en base a la producción. Un país sin trabajo, sin seguridad y sin destino, mientras la ciudadanía espera y reclama un cambio urgente. Hasta la próxima semana.

(*) Abogado
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