PAPÁ

Ayer un sobrino al saludarme por el día del Padre me hizo una pregunta que me marcó todo el domingo: Tío Carlos, ¿por qué te gusta tanto manejar? Le respondí: Porque lo heredé de papá

Cleofás Barzola manejó auto desde muy joven. Era tanta su pasión que llegó a tener dos autos clásicos. Un osmobile y un studebeker de lujo. Eran sus joyas y las tenía a punto a pesar de los años.

Tal fue su cariño por ambas naves que al culminar sus funciones los sepultó en la casa que hoy vivo. Nací rodeado de herramientas y siempre recuerdo a mi padre al frente de un timón. Era apasionante ver su destreza en las pistas.

Nunca una infracción y era muy solicitado por sus jefes. En la sobremesa siempre de tocaban temas de autos. Desde su experiencia manejando los Pegaso en Comas hasta un simple escarabajo.

Toda su vida laboral se dedicó a manejar diferentes unidades. Cuando ya tuve 10 años era apasionante acompañarlo a dejar los inmensos camiones o autos que le asignaban en la Municipalidad de Lima. Ir de copiloto y verlo haciendo los cambios para este servidor resultaba fascinante.

Allí cogí el gusto por los autos. Cleofás era muy querido por sus compañeros de trabajo por su genial humor y solidaridad cuando había que auxiliar a los vehículos averiados en las pistas ya que sabía bastante de mecánica. Llegó el momento de comprar mi primer auto y había que preguntar al experto: “Hijo, que tu carro será un Toyo…, ni vuelta que darle”.

Y así fue… llegó a mis manos un hermoso y fuerte carro Caribe 4×4. En homenaje a su legado y por haber tenido la paciencia en darme los consejos para ser un buen chofer, le entregué las llaves para que lo maneje.

Él muy contento invitó a mi mamá a dar un paseo. Parecían tortolitos. Lamentablemente tuvieron un percance con la Línea 70 que abolló la zona posterior de mi recién estrenado auto. Para mí no fue algo grave, pero sí para él. Nunca más quiso que le preste mi carrito.

Una lástima. Hoy recuerdo sus consejos al momento de manejar: “Hijo, siempre que salgas, revisa, filtros, aire de llantas y frenos”, “siempre toca en cada cruce, por si acaso”, “detrás de una pelota siempre hay un niño”, etc. etc. Todos los tips lo cumplo a la perfección, gracias papá.

En la actualidad mi “Negrito” es el receptor de todos los cuidados que mi padre me enseñó. Por eso, ayer al levantar una copita recordé todo lo que significó para mí las enseñanzas de mi padre..

Mi saludo a todos los choferes-papás, que hayan pasado un excelente día y siempre los encomiendo a mi Señor y a la Virgen María. Sabemos a los peligros que estamos expuestos… Sigo en la vía.

P.D. Un saludo hasta el cielo a don Nolberto Florián, gran abuelo que me enseñó a manejar. QEPD.

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