LOS “SORDOS”

El tráfico cada vez más caótico en Lima altera los ánimos de cualquier parroquiano aunque existan algunos coleguitas del timón que llevan su trabajo con cierta tranquilidad ayudados por la tecnología.

Miércoles (10 a.m.) Con la intención de entregar una encomienda cerca a la plaza de la bandera en Pueblo Libre, llego a la altura del cruce del tren con Av. Universitaria y noto que una combi se abre hacia la derecha y luego da un giro intempestivo cerrándome abruptamente el paso.

Felizmente los frenos de mi “Negrito” responden a la perfección y me detuve en seco. Trato de observar el motivo por el cual me cerró este coleguita y de nuevo arrancó con tal rapidez que no alcancé a verlo. Incluso su cobrador, que tenía medio cuerpo fuera de la unidad, ni siquiera intentó hacer un gesto de pedir disculpas.

Apenas pasó la combi un auto particular aprovechó el temerario cruce para enrumbar hacia la pista que discurre en paralelo a la línea férrea.
Cuando ya estaba por reponerme del mal momento, otra combi aparece de improviso y también cruza raudamente antes que yo intente seguir por mi carril en la Av. Universitaria.

¡Ah, no! Esto ya es el colmo, dije interiormente. ¿Qué es esto? Un cruce oficial o algo así, seguí diciéndome bastante alterado.

Yo seguía detenido y el chofer que se encontraba detrás de mi carro empieza a tocar su claxon indicando, evidentemente, que avance.

Lo increíble del caso es que a medida que cruzaban las combis en giros prohibidos, del otro lado también venían estas unidades haciendo lo mismo en sentido contrario. Se armó un desbarajuste de padre y señor mío.

En segundos me di cuenta que había que salir rápido de aquel lugar porque con tal trenzada de carros era evidente que se iba a generar un tráfico de la madona, no permitiéndome ir a cumplir con mis entregas por delivery.

Un colega se baja e increpar al chofer de la otra combi que se había quedado cruzado en la vía. El conductor no decía nada a los insultos que le lanzaba el joven. De lejos me di cuenta que este conductor tenía auriculares puestos lo que le permitía conservar esa calma y era porque NO ESCUCHABA (¡Plop!). Luego avanzó lentamente y salió del paso de lo más tranquilo y fresco como una lechuga. Esa era su técnica, taparse los oídos. Miren, pues.

Por fin pude retroceder un poco y girar a la derecha para salir de ese infernal carril. Con esta anécdota confirmo que esa zona es la que agarran los choferes de combi de una línea pirata para poder dejar a todos los pasajereos quienes viven al costado de la vía férrea.

Tantos insultos habrán recibido que ya optaron por manejar con auriculares puestos para no responder a los bien ganados gritos por manejar de forma temeraria por esa zona de la Av. Universitaria…. Sigo en la vía.

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