LIBERTAD DE PRENSA

El periodismo ético y responsable es el baluarte por excelencia de la libertad, la democracia, los derechos humanos y los valores supremos de las naciones civilizadas, en las que debe imperar, como necesaria garantía, la seguridad jurídica y el pleno Estado de derecho.

Los periodistas tenemos el privilegio del deber insoslayable de orientar nuestro quehacer al servicio de una causa que jamás ha de ser postergada ni negociada; es la causa de la sociedad, es la causa de la libertad, es la causa nacional. Es la causa, en fin, del Bien Común, que entendemos como la juridicidad básica e intocable, sin mácula, que al propender alcanzarla y mantenerla, fomenta un ambiente de seguridad, confianza y bienestar.

Bien común como anhelo sentido por el pueblo, por el país como conjunto humano, social y realidad geopolítica; anhelo para cuya satisfacción se requiere: Una autoridad competente legítimamente establecida y que ejerza ese poder conferido por la voluntad popular, con respeto indeclinable a la Constitución Política y al juramento que debe mantener con honor; autoridad como condición necesaria para el desarrollo histórico-social del hacer práctico; autoridad cuyo abuso hace que desmerezca la confianza puesta en ella y decline la fuerza moral que pudo tener en algún momento; por ende se requiere de un régimen político auténticamente democrático; libertad responsable y una efectiva y múltiple participación ciudadana.

Participación ciudadana robustecida con esa savia pura y el ímpetu de la juventud resuelta a recuperar la libertad, los derechos usurpados, en una actitud valiente y reflexiva respecto a su derecho constitucional de insurgencia, no como lucha armada ni como desafío anárquico, sino como rebelión cuerda y firme contra el abuso desbocado del poder, que esperemos no sé de, por los nefastos antecedentes que se vivió en la época del velascato y en el fujimontesinismo, en donde algunos periodistas -hoy reciclados- hipotecaron la pluma y los espacios para convertirse en áulicos servidores del autoritarismo, de la prepotencia, de la fuerza obsesiva e irrazonable del poder, los periodistas y los medios de comunicación social que abdicaron ante los bienes cortesanos pasajeros, en vez de ser fieles al fin superior de la prensa: servir a la sociedad y a la patria, tan necesitada de una defensa cabal, compacta, honesta, sin concesiones, sin desmedro de la soberanía ni ocultamiento informativo.

La Libertad de Prensa está en riesgo, sólo queda defenderla.

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