LA PICHANGA

La pichanga, encuentro informal en la loza deportiva o en la pista del barrio, por animosos peloteros que, como mínimo, una vez por semana, encuentran en esta actividad un relajo, recurriendo al buen deporte; pichanga que hermana, que genera broncas, full vasos, porque después se producen grandes momentos de polémica, acompañados de la cerveza muy peruana o de algún otro trago. La pichanga arraigada en el argot popular, también ha generado negocios, afanes, noviazgos y otras situaciones más, que pareciera han alcanzado a la más alta investidura de la República.

En los últimos días, medios periodísticos han difundido la pichanga del presidente Castillo con amigos, camaradas, empresarios, ayayeros y otros advenedizos pichangueros que, nada tendría de malo, si no fuera porque, supuestamente, en esa pichanga televisada, participaba un “empresario” que habría obtenido beneficios, favores en contrataciones con el Estado y sabe Dios que otras cosas más, las que seguramente, se irán revelando por el buen trabajo de investigación de alguna prensa, que día a día, se viene dando cuenta de la forma en que se está trabajando en el aparato del Estado, que dista, definitivamente, de lo que deberían ser políticas de buen gobierno, propias de verdaderos estadistas de la patria.

Así como la pichanga, vienen surgiendo noticias lamentables, como los chats entre el ex premier Bellido y un funcionario del Estado, en donde se pedían favores para la compra de pasajes, se traficaba influencias para obtener cargos públicos y, “pichangueramente”, se arreglaban favores y se intercambiaban imágenes de la pareja de uno de ellos, que atentan contra la honorabilidad de la mujer y de la calidad de los servidores públicos.

El gobierno es una pichanga, no cabe duda. Todos los días hay noticias bochornosas, que ponen en tela de juicio la honorabilidad de los funcionarios públicos que actúan en el Ejecutivo y, para muestra de ello, tenemos a familiares del presidente y su exsecretario, con prisión preventiva, a la fecha en situación de clandestinidad y renuentes a la justicia de nuestro país, como renuente es el presidente a renunciar a su alta investidura, en favor del pueblo que lo eligió.

Finalmente, el pueblo no eligió a “pichangueros”. El pueblo se debate entre la pandemia y la miseria, mientras nos hablan de Hitler, de comer pescado en vez de pollo o tenemos que escuchar que un ministro nos dice que por un día de toque de queda, el pueblo no se morirá de hambre. Hasta la próxima semana.

(*) Abogado
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