LA MAGIA DE LA AMISTAD

En tiempos de emergencia sanitaria han quedado restringidos los servicios personalizados de transporte por eso traigo para esta fecha simbólica celebrada ayer esta reminiscencia que describe claramente la palabra AMIGO.

Sábado, dic, 2019. Recuerdo claramente el encargo de ir a dejar una laptop a un local ubicado por la Av. Canadá en La Victoria cuando al pasar por la Av. México me dio ganas de comprar un agua mineral para paliar la sed.

Cuadro a mi “negrito” y voy directo a una tienda-restaurante cuando al intentar cruzar casi golpeo, por lo distraído que a veces soy, a una pareja de ancianitos que también iban en mi dirección, rumbo al restaurante.

Llego al local y pido un agua mineral y una causita rellena que se veía apetitosa en el aparador. Me atiende un mozo muy amable que también acomodó a los dos viejecillos en una mesa contigua.

Me enterneció aquel gesto. Uno de ellos lo peinó al otro y acomodó su corbata, ah, porque ambos iban bien producidos, eran unos dandis con lo bien vestido que estaban.

Yo, mientras, devoraba mi platillo pero no dejaba de observarlos. Al parecer se contaban chistes porque siempre estaban riéndose. Llegó un momento en la cual consulto al mozo diciéndole: “¿Disculpe joven, esos señores son hermanos?”. No, mi estimado, –respondió-: SON AMIGOS.

A partir de ese momento el amable mozo, en vista que no había nadie más que atender, empezó a contarme una breve historia…. “ellos son amigos de años y por cosas de la vida tienen historias muy similares. Ambos viudos y con hijos en el extranjero. El mayor se accidentó hace una semana y desde allí el menor lo asiste. Prácticamente es su ángel de la guarda. No andan solos en ningún instante y viven una casa frente a la otra”.

Y siguió con el relato: “Los hijos del señor mayor quisieron dejarlo en un asilo y su amigo se opuso de tal forma que desistieron del intento. Es una cosa increíble señor, todos los días vienen así de juntos. Son muy conversadores y animados… unos verdaderos amigos”.

Yo me quedé perplejo tras esa narración. Pensé que estaba exagerando un poco el mozo y seguí observándolos. En momentos que uno de ellos se atoró con una pedazo de comida y el otro de inmediato reaccionó auxiliándolo. Era su enfermero las 24 horas, más que su amigo.

Luego de ver eso y acabar mi causita salí del local dándole su propina al mozo y agradeciéndole la narrativa. Sentí un impulso de acercarme a los viejecillos para felicitarlos pero desistí porque los veía tan contentos conversando y compartiendo que no quise romper ese momento mágico, sí mágico porque la AMISTAD tiene esa MAGIA se unir a dos personas con un cariño sincero y desinteresado… Sigo en la vía.

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