COSAS DE LA VÍA

Un saludo para mis colegas Pablo Mancilla y Jorge Kirikiades, fervientes lectores de las correrías automotrices de este conductor y su “Negrito”. 

Jueves (9am.) Iba concentrado en la siguiente entrega para la zona norte de Lima cuando de pronto me encuentro dentro de un cruce vehicular en medio de un infernal tráfico.

Trato de avanzar con calma y apenas veo un clarito en mi carril avanzo cuando de pronto tengo ante mí a un patrullero que estaba con las circulinas encendidas. En este escenario noto el cambio de luz a rojo y yo estaba a punto de quedarme en medio de la vía ya que los carros del frente empezaron a avanzar.ueves (9am.) Iba concentrado en la siguiente entrega para la zona norte de Lima cuando de pronto me encuentro dentro de un cruce vehicular en medio de un infernal tráfico.

Por el altoparlante el efectivo policial me indica que avance estando en luz roja. Yo, muy obediente, avanzo y salgo del apuro, cuando de pronto veo que el patrullero apaga sus circulinas, da un giro y empieza a seguirme. ¿Juat?

Por el espejo retrovisor pude percatarme que detrás de mi “Negrito” venían los jóvenes efectivos en el preciso momento que decido colocarme a un costado y frenar para ver la reacción de los agentes del orden.

Para sorpresa de este humilde servidor, el patrullero también paró y bajó un efectivo. Me da el alcance y me dice: “Buenos días, sus documentos por favor”. Yo con algo de culpabilidad encima le dije: “Buen día, disculpe, ¿alguna falta he cometido o es cuestión de rutina policial?”. Aquí empezó el problema.

–“Mire, mi estimado, Ud. ha cruzado en luz roja, ¿es consciente de que ha cometido una falta?”.

–¿Cómo?, respondí, pero si ustedes mismos me indicaron que avance para descongestionar la vía. ¡No se pasen, pues! (empecé a incomodarme).

–“O sea, si le indicamos que usted atropelle a alguien, ¿también lo haría?”, respondió el joven en tono burlón.

Sinceramente la respuesta que le iba a dar me la contuve, aunque les confieso que me costó un enorme esfuerzo.

Le entregué mi tarjeta de propiedad mientras buscaba el portadocumentos de la guantera del “Negrito”, en el preciso momento que observo que el efectivo se fija en la placa de rodaje y en mi letrero de PRENSA que llevo pegado al parabrisas. ¡Allí cambió la cosa!

Muy tranquilo el joven avanzó y me dijo sonriente mientras miraba mi fotocheck que blandía sobre el espejo retrovisor interior: “Mire señor, por esta vez lo voy a servir, vaya nomás y maneje con cuidado”. Me entregó la tarjeta de propiedad y se fue.

Me dejó con las ganas de decirle unas cuantas verdades pero no me dio tiempo. Subió a su unidad, giró y se fue encendiendo nuevamente sus circulinas… Como decía Condorito: ¡Exijo una explicación! ¡Plop!… Sigo en la vía.

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