CÓMO PERDER CLIENTES EN PANDEMIA

Tiempos convulsos, qué duda cabe. Nuestro país atraviesa su hora más difícil dentro de dos pandemias: la sanitaria y la política, esperemos que llegue pronto una solución para ambas y podamos enrumbar al éxito que merece nuestra patria.

Viernes 10.00 a.m. Este clima limeño a veces nos juega malas pasadas. Quizás te haya ocurrido que apenas lavas tu auto, en diez minutos se desata una garúa de esas que te estropean tu obra de arte higiénica.

Cuando ya el polvo hace estragos es hora de llevarlo al car wash, en buen romance a un centro de lavado de autos.

Voy a mi acostumbrado centro y veo un crespón negro y puertas cerradas, síntoma visible que algo luctuoso ocurrió allí. Me persigné y fui a otro lugar.

Llego a la prolongación de la Av. Perú en SMP y veo a varios muchachos blandiendo sus toallas. Bueno, había que confiar en alguno de ellos, así que moví mi timón y me aparqué en uno de estos centros de lavado de autos.

Eran dos chicos muy atentos, superpilas. Me ofrecen un diario para entretenerme pero yo prefiero mil veces ver cómo atienden a mi “Negrito”. Siempre me entretiene ver como lo lavan.

Los jóvenes actuaron rápido, como en un partido de fútbol, jugaban en pared y se notaba que eran diestros en lo que hacían hasta que llegó el momento de la desilusión…

Uno de ellos al querer aspirar la alfombra corrió el asiento del copiloto y se encontró con tres monedas, una de 5 y dos de 2 soles.

Circunstancialmente yo me paré para indicarles que tengan cuidado con la antena de la radio que está mírame y no me toques y veo esta escena.

El joven que encontró las monedas no se dio cuenta que yo estaba detrás de él. El otro joven sí se fijó que yo ya me había percatado de su hallazgo y no sabía qué gestos hacerle para que no siga con lo que vino a continuación…

El joven que encontró el dinero hizo un gesto con la mano izquierda como de corte. Para los que tenemos barrunto sabemos que esa seña es JAPANAJÁ, es decir, mitad y mitad.

El joven que recibió la oferta solo atinó a cerrar los ojos y a rascarse la cabeza como indicando: YA LA REGASTE, cuando de pronto el joven despistado voltea y ve que yo estaba cruzado de brazos viendo toda la NEGOCIACIÓN que pretendía hacer. Hasta ahora tengo en mi mente los ojos abiertos al máximo al verse descubierto.

No hice ningún alboroto, no hice ningún aspaviento, solo estiré la palma de mano y me entregó las monedas. No me moví de mi lugar de vigía y terminaron su labor.

Pregunté por el dueño del car wash, le pagué y alcancé a decirle: LA HONRADEZ EN UN NEGOCIO LLEVA AL ÉXITO. TEN CUIDADO CON TUS TRABAJADORES. Solo eso le dije y me fui, con el firme convencimiento de no regresar más… Sigo en la vía.

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