CÓMO DECIRLE QUE NO

Un fraternal saludo para Víctor, el popular “Rico” que se encarga de soliviantar la sed de muchos colegas. Íntimo de corazón y más feliz que can con dos colas por el primer lugar en la Fase 2 de la Liga 1.

Martes (10 a.m.) Como todos mis seguidores saben, este humilde servidor y su “Negrito” se dedican a realizar deliverys.

Había que llevar a la heredera y sus cajas de emprendimientos hacia una parroquia ubicada en Pueblo Libre. Esta vez contamos con un pasajero especial: mi nieto. Todo bien, llegamos y aún no culminaba la misa. Ni modo, como buen católico a rezar y esperar el término de la ceremonia.

Como es de suponer, este nietín que Dios me ha dado no podía mantener la pasividad de las ancianitas que colmaban, con estrictos protocolos sanitarios, la ceremonia litúrgica al aire libre, por lo que tuve que sacarlo a gastar un poco de energías al parque de la zona.

Muy bien cuidado el parque César Vallejo, cerca al Restaurante Queirolo. El nieto corrió a más no poder, es una dulzura ser testigo de la felicidad plena de un niño correteando tras las palomitas del lugar. Yo, a mis gastados años tuve que hacer una gimnasia adicional para cuidar al ñaño.

Cuando todo transcurría entre saltos, aplausos y cargadas al vuelo una tierna señora se acerca a nosotros y nos dice enérgicamente: Señor, ¿qué edad tiene su nene? Me quedé sorprendido por la pregunta, pero luego reaccioné y le dije: Dos años, señora.

Lo miró de pies a cabeza a mi Santi que lo tenía cargado, como midiéndolo y me dijo: Grande para dos años… hummmm. Señor, tengo una bicicleta especialmente para él.

De inmediato deduje que la dulce señora quería venderme algo, pero me sorprendió aún más su respuesta, como si me hubiera leído la mente: “No le voy a vender, señor, no se preocupe, se la voy a obsequiar para el niño grande”.

Mi alma volvió a su lugar y luego empecé a preguntarme: ¿Será porque le hará recordar a algún nieto? ¿Será que estoy tan desarreglado que le inspiré lástima? ¿Será que, será qué…?

Mientras me hacía un mar de preguntas iba tras ella porque me dijo que vivía cerca. Me hizo señas de que espere en la vereda y luego salió. Entre manos portaba una linda bicicleta marca Monark y apenas lo vio, mi nieto quiso subirse a pedalear.

Esta acción del nene causó la algarabía de la amable abuelita que con palmas nos despidió y yo de ella, pidiendo bendiciones al Altísimo por el noble gesto.

A como dé lugar hice trepar a mi nieto sobre la bici y nos fuimos del lugar. Regalo navideño de una hermosa dama que no pude decirle que NO… Sigo en la vía.

Suscríbete a nuestra versión digital AQUÍ

Sigue al Diario Extra en sus redes sociales de FacebookTwitter e Instagram.