DOS MENOS

Un saludo especial a todos mis hermanos trabajadores que el próximo domingo estamos celebrando el día. Mucho éxito en su jornada y bendiciones.

Martes (10 a.m.). Cansado de la jornada matutina y estando cerca a la casa de mi nietecito chinguenguenchón decidí ir a verlo y sacarlo a dar una vueltecita. Estaciono a mi “Negrito”, saco al Santi en su coche a dar una vueltecita aprovechando el clima soleado y partimos… al llegar a la Av. Eduardo de Habich me acuerdo de los infaustos momentos que pasé cuando me plantaron una papeleta por estacionar segundos en esta arteria sanmartiniana.

Compro un shampoo en la farmacia de y regreso veo que la grúa municipal viene a llevarse un auto. Acelero mi paso y doy el alcance al conductor advirtiéndole que llegaba la grúa. El colega me miró y como vio que estaba con mi nieto le inspiré confianza, encendió su coche y se fue cuando ya el inspector municipal de chaleco amarillo había bajado con el gancho para remocarlo y llevárselo.

Al irse el auto el inspector me quedó observando con una mirada de cuchillo como diciendo: “Se me fue la presa”. Yo, sin inmutarme, lo miré fijamente recordando todo el sufrimiento que me costó cuando me llevaron con la grúa y me sentí satisfecho de mi alerta.

Más adelante noto que un colega estaba descargando una puerta y ventana. Cuando de pronto y, en complicidad con mi nieto que se alegraba de ir más rápido a juzgar por los aplausos con sus tiernas manitas, fui a dar el alcance al taxista.

Llego y le digo: “Coleguita, ni te bajes del carro, atrás está la grúa y si te engancha YA FUISTE”. Cómo me habrá visto el conductor que al toque cobró la carrera y encendió su auto justo en el momento que se estaciona delante de él la dichosa grúa y baja el corpulento inspector nuevamente con el gancho en la mano.

El chofer giró a la izquierda y salió disparado del lugar. Nuevamente el inspector me quedó mirando y también vio a mi nieto. Quizás si me hubiera visto solo me hubiera lanzado algún insulto que estaba dispuesto a devolver, pero se comió sus ansias y subió nuevamente al asiento del copiloto de la grúa y se fue refunfuñando por lo que yo estaba haciendo.

Más adelante ya no habían autos que sancionar así que levante las palmas a mi nieto y él con su fuerza de niño me puso la suya como un “CHÓCALA” ¡Ganamos!.. una experiencia que me llenó de orgullo y las comparto con todos ustedes, con la única intención de que alerten a sus familiares a que no estacionen por la avenida Habich que a la vuelta de la esquina siempre está una grúa que en un ¡ZÁZ! Se levantan su auto y te infraccionan por S/ 750, salvo que te sobre la plata …. Sigo en la vía.