ÁNGELES EN LA VÍA

La solidaridad es una virtud que escasea luego de la pandemia. Muchos piensan solo en su bienestar a costa de todo, pero hoy quiero compartirles dos hermosas experiencias que me permitieron reverdecer la esperanza en un futuro promisor

Lunes (10 a.m.) A veces el trajín automotriz obliga a tomarse un reparador descanso. Es así que cuando el cansancio de la jornada resulta extenuante es momento de hacer una urgente pausa. Empecé a caminar por un parque tratando de respirar aire puro. Cuando estoy disfrutando plenamente de la naturaleza soy testigo de un hecho curioso: Había un indigente cubierto con una desaliñada frazada.

En ese momento se acerca un joven que estaba premunido de una bolsa repleta de comida. Me acerco a ver la reacción del indigente cuando le dieron su merienda y la verdad que este joven tenía una paciencia de santo a juzgar por lo testificado: no quería recibir nada.

Entonces empezó la labor titánica de convencimiento: “Amigo, yo solo quiero que estés bien”, le dijo el buen joven a medida que le acercaba un pan con asado. Al parecer estas palabras calaron en el indigente y aceptó el fiambre.

No pude con mi genio y fui a preguntarle al joven si era de alguna parroquia y me respondió que: “Esta labor lo hacía por mi cuenta, señor”… no más preguntas. Vi alejarse al joven rumbo a ubicar a otro indigente en el parque y al regresar nuevamente a mi posición me encuentro con un sereno que al ver mi insistencia en preguntar a este magnánimo hombre me dijo: “El joven todos los días hace eso. Los viejitos lo insultan, son malcriados, pero este buen muchacho insiste hasta que logra convencerlo, es el ángel de los desvalidos, mi estimado”.

Al escuchar este relato y estando cerca de una parroquia lo único que hice fue persignarme y orar por la labor de este joven y que tenga la paciencia suficiente para continuar siendo el ángel de los pobres más pobres de Lima. Me enrumbo hacia Jesús María y a la altura de la Av. Lima con Universitaria también observo a un anciano indigente que empezó posicionándose de esta zona con un colchón y ahora ha construido su casita de materiales reciclados.

Otra vez se repitió la escena, pero esta vez con una señorita, quien alcanzaba frutas y galletas a este anciano que vive de la caridad de la gente. Dos casos que levantan la esperanza, dos ángeles que encauzan sus magros ingresos para invertirlos en alimentar a estas pobres personas. Un aplauso a sus padres por haber formado estos jóvenes con corazón de oro… Sigo en la vía.

NOTICIAS A TU TELÉFONO

Únete al grupo abierto en Telegram de EXPRESO y EXTRA para recibir las noticias más importantes del día. Usted, sus familiares y amigos pueden sumarse a esta comunidad, a través del siguiente ENLACE.

Suscríbete a nuestra versión digital AQUÍ

Sigue al Diario Extra en sus redes sociales de FacebookTwitter e Instagram.