ASALTO EN LA VÍA

Definitivamente sin auto no podía estar 30 días y seguir generando una descomunal cuenta para poder retirar el auto.

Ya completamente resignado y abandonado a la suerte de un sistema de recaudo que linda en lo delictivo, no tuve más remedio que acudir a un préstamo para solucionar el imprevisto.

Me animé a elaborar un descargo asesorado por un abogado para que vaya corriendo en forma paralela.

Un amigo que entendió mi desesperación me facilitó el monto. Ejecuté el pago en una agencia bancaria a la cual tiene afinidad la comuna de SMP.

Al fin pude hacer el pago y juntar para tomar un taxi e ir al recóndito depósito. “Son 20 soles, mi estimado”. Ni modo, ya soles más y soles menos qué más da.

Llegué y tuve la suerte que el mismo jovencito venezolano amable me atendió y lo primero que preguntó fue: “Maestrito, ¿cómo va la vista?”

¡Increíble! Nadie en el camino se preocupó de mi parche en el ojo… solo él.

Me atendió diligentemente y en el camino me iba animando a que no me descuide del descargo municipal. “¡Usted tiene todas las de ganar, maestrito!”, me animaba y trataba de arrancarme una sonrisa.

Yo no estaba para bromas pero no podía reconocer que aquel joven extranjero me hizo menos penosa la carga de las firmas y registro de DNI en un formulario de salida.

Indicó a viva voz que abran el portón y extendió su puño en señal de despedida.

Recuerdo que en medio del rumiar mi rabia le dije:

“Gracias, amigo, gracias por tu buen trato. Ojalá todos fueran así, eres un buen empleado, contigo no es la bronca, haces bien tu trabajo y sigue así, amigo”.

Chocamos los puños y él, con un saludo militar, me indicó que avance.

Salí de aquel lugar pidiendo a Dios nunca más volver.

A partir de esa fecha cada vez que tengo la oportunidad de pasar por las avenidas: Habich, Honorio Delgado y auxilliares de la Tomás Unger (Panamericana Norte) voy repartiendo unos volantes indicando a los choferes que están por la zona que tengan muchísimo cuidado con la grúa municipal.

Me he dado el trabajo de compilar en un volante el cuidado que deben tener al usar estas zonas que por lo visto se han convertido en la principal fuente de recaudo para las arcas municipales de la comuna sanmartiniana.

Y no solo eso. Además del reparto de volantes voy pasando a la voz a mis coleguitas: “Amigo, ahí viene la grúa. Arranca, arranca”. Algunos me hacen caso, otros solo me saludan y voltean para verificar si es cierto mi advertencia.

A todos mis amigos choferes, espero que estas tres columnas dedicadas a este tema lo compartan con todos los colegas. Esa será la forma que me sentiré recompensado en que este aporte a través de EXTRA llegue al objetivo diseñado: ALERTAR a los esforzados colegas sobre los peligros de caer en este sistema de recaudo municipal (no policial, ojo) ¡FELIZ 2022!… Sigo en la vía.

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