ASALTO EN LA VÍA (II)

Luego de la burla que profirió el copiloto de la grúa, de que llamase al alcalde de SMP, no resistí más y le canté unas cuantas palabras altisonantes a estos jovencitos.

Cerraron su puerta, subieron su ventana y empezaron a avanzar. Yo corrí a mi auto y cuando vieron que abrí la puerta, frenaron.

Aproveché de subir y encaramarme en mi vehículo.

Me jalaron por la avenida Tomás Valle para luego ingresar a una especie de trocha con más agujeros que cráteres lunares. Levantando polvo y zarandeando a mi carro de una manera brutal.

El camino parecía interminable y solo pensaba en el vía crucis que pasaban todos los conductores que cayeran en esa tortura del asalto con grúa.

Me daban ganar de identificarme para ponerlos en su sitio, pero decidí experimentar en carne propia lo que mis colegas vivían día a día.

Llegamos a un depósito de autos. Un pampón donde hay innumerables autos abandonados.

La grúa retrocede y bajan tanto el chofer y copiloto. Ambos con auriculares en previsión de cualquier reclamo desaforado mío. Desenganchan y huyeron de la zona.

Solo me quedé con el vigilante del depósito. Un joven venezolano muy que me alcanzó papel higiénico y alcohol al notar la herida en mi ojo.

¡Qué diferencia de trato con los energúmenos de la grúa! Este joven sí me sugirió que hiciera una denuncia por lo sucedido.

Yo le pedí hablar con un superior a cargo del depósito y me dijo que solo estaba él y un cuidador más. Me entregó un ticket donde estaba el número cuenta de un conocido banco e indicaba la multa de 654 soles.

También me dijo que podría ir a efectuar mi descargo a una oficina de Transporte de la comuna de SMP por la Av. José Granda, cuadra 38. Le agradecí, tomé un taxi y fui a aquel lugar.

Al llegar solo vi dos personas déspotas que con las justas me dieron la información siguiente. “Mire señor, haga su reclamo pero tenemos para contestarle entre dos y 30 días. Mientras tanto su carro seguirá dentro. Si usted paga al toque sale”.

Ante esa salida, era imposible resistir la indignación de algo tan injusto y que ningún empleado de la comuna sanmartiniana diera solución.

Prácticamente es un asalto no solo al bolsillo de los choferes y si reclamas justicia entrar a una vorágine de papeleos y reclamos de nunca acabar mientras se incrementaban los días de pago por cochera.

La multa en realidad está 500 y algo más, pero se suma al cobro que hacen por concepto de grúa y depósito. Es por eso que los operadores de la grúa hacen su agosto levantando a cualquier unidad que ose aparcarse en la Av. Eduardo de Habich y Honorario Delgado, frente al hospital del mismo nombre. ¡Tremendo negocio Julito! (Continuará)

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