SÉPTIMO PRINCIPIO ESPIRITUAL: GÉNERO

El séptimo Principio denominado «Género», se refiere a la creatividad. Para crear algo nuevo, se necesita la unión de dos energías: masculina y femenina. Los yoguis llamaron a esta energía creativa, “Kundalini” y nos recuerda que, en todas las cosas, seres vivos y en cada uno de los planos de existencia están presenten la energía femenina y masculina. En este punto es bueno llamar la atención sobre el significado de la palabra Género, en su sentido hermético, el cual es muy distinto a la palabra sexo, al cual se le ha querido asociar e incluso comúnmente se utiliza como sinónimo de género, por ejemplo, cuando llenamos datos personales en alguna solicitud o ficha, y en esencia no son lo mismo.

La palabra “género” deriva de la raíz latina que significa “concebir, procrear, generar, crear, producir”. Mientras que la palabra “sexo” se refiere a las distinciones físicas entre los seres machos y hembra o masculino y femenino. Para la filosofía hermética, el sexo no es más que una manifestación del Género en el plano físico de la vida orgánica. El concepto de género es mucho más grande que el termino sexo y se da en todos los planos de existencia. Trataremos de explicar con ejemplos, este principio.

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En Génesis 1:27 (NVI) “Y Dios creó al ser humano a su imagen: lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”. Este pasaje de la Biblia, nos dice que Dios, el TODO, creo al ser humano a su imagen: hembra y macho, es decir energía femenina y masculina (Principio de Género) del TODO se unieron para crear al ser humano. Al ser creados a imagen de Dios, los seres humanos, independientemente de ser hombre o mujer, también tenemos ambas energías. Veamos cómo se manifiestan en cada persona.

La energía femenina, conocida también como energía negativa (polo negativo), se manifiesta en el cuidado, la nutrición, es el lado receptivo, imaginativo, intuitivo. Mientras que la energía masculina, o polo positivo, se asocia con la confianza, el ir por una meta, el tomar iniciativa o iniciar alguna acción. Ambas energías están en cada ser humano, independientemente si es hombre o mujer, el polarizarse en uno de los extremos, es decir, si una mujer solo se queda con la energía femenina, va a sufrir de falta de confianza, iniciativa y va a manifestar dependencia, sumisión. En el otro extremo, por ejemplo, un hombre que se polarice con la energía masculina, le faltará imaginación, intuición, autocuidado, ser receptivo a los eventos de la vida misma.

Recordemos lo que vimos con el principio de Polaridad, la vida busca armonía, y para ello debemos equilibrarnos, es decir desarrollar ambas polaridades, la armonía se logra en un punto intermedio, no en los extremos. A nivel individual, una persona creativa (crea, produce, concibe) es la persona que ha logrado armonizar ambas energías. Es decir, un hombre o una mujer, es productivo en su trabajo o negocio, cuando imagina (energía femenina) y toma la iniciativa de ponerlo en práctica (energía masculina), solo la imaginación (energía femenina) no crea ni materializa nada, así como tampoco el iniciar algo sin imaginarlo antes, permite crear algo.

Este mismo principio, es fácil de comprenderlo en la creación de un ser vivo, la unión del ovulo (energía femenina) y el espermatozoide (energía masculina) es lo que crea un ser vivo. Si lo llevamos al plano de la física, para que exista la electricidad tiene que haber dos polos: el positivo y el negativo. Solamente la combinación de ambos produce la electricidad.

La cultura china representó este principio con el símbolo del Yin-Yan, el cual muestra la perfecta armonía entre las energías masculina y femenina. La parte negra simboliza la energía Yin o femenina; la parte blanca es la energía Yan o masculina. De acuerdo con este símbolo, exactamente donde termina la energía femenina comienza la masculina y viceversa. Además, observamos que dentro de la parte negra existe un círculo blanco; esto significa que en el corazón de la energía femenina existe la energía masculina y también ocurre lo mismo con la parte blanca. Cada una de ellas necesita de la otra para complementarse y lograr el equilibrio perfecto.

La energía Yin o femenina es la receptiva, creativa, imaginativa, pasiva y regula la capacidad de recibir. La energía Yan o masculina es la dinámica, activa, agresiva y es la que regula la capacidad de dar. Este principio también lo podemos ver como el flujo constante del universo de dar y recibir, si este flujo se interrumpe, la creación se paraliza. Por ejemplo, cuando inhalamos, recibimos del ambiente el oxígeno; y, cuando exhalamos, damos al ambiente el anhídrido carbónico que necesitan las plantas para realizar la fotosíntesis. Sin oxígeno, los seres vivos que vivimos sobre la superficie de la tierra no podríamos subsistir; y sin anhídrido carbónico, las plantas no podrían generar clorofila. La perfecta armonía del flujo de dar y recibir, es lo que permite la presencia (creación) de seres vivos, tal como lo conocemos, sobre la faz de la tierra.

Te propongo una aplicación práctica de este principio. Cuando notes que alguno de tus deseos o metas no se manifiesta, haz uso de este principio, preguntándote ¿qué energía te está haciendo falta utilizar? Quizá te está haciendo falta emprender una acción dirigida (energía masculina, “Dar”), o quizá no estás listo para aceptar (“recibir”) lo bueno que se te presenta en la vida (energía femenina).

Carmen Lescano Silva

Profesora de Yoga, Ayurveda

Coach Ontológica.

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