“QUIERO CREAR POESÍA, SIENTO MAGIA, SIENTO FUERZA”

La terapeuta de lenguaje, escritora, actriz y cantante Fiorella Gutiérrez Lupinta, invita al público a adquirir su obra literaria LOS CAMINOS DE FLORENCIA, además comparte con EXTRA un poema por el día mundial de la poesía.

  1. ¿De qué manera el discurso literario en todas sus expresiones influenció el nacimiento de tus versos? ¿Cuál es el numen de tu poesía?

Las primeras influencias aunque suene extraño, fueron mis libros de ciencia tales como: anatomía, biología, psicología, luego fueron mis libros de literatura, pero no poesía, sino novela, luego los libros de teatro, luego los libros de poesía y todo esto anexado a mis vivencias e historias en las cuales contribuyó mi abuela.

Con esto me refiero a que las creaciones de mis poemas son una mezcla de todo.

Sí, empecé a leer poesía a temprana edad, pero en la creación de mi poesía ha sucedido así se podría decir en este orden, así lo he sentido y no sé si necesariamente al crear otro libro de poesía suceda igual, ya que estoy segura que será totalmente diferente, por eso digo que escribir es como hacer magia porque puedes crear algo impresionante de donde menos lo imagines.

LEE TAMBIÉN: “POCO A POCO NOS ESTAMOS ADAPTANDO A LA TELEEDUCACIÓN”

Estoy orgullosa de Los caminos de Florencia porque puedo asegurarte que he sido lo más sincera posible en crear versos totalmente originales, claro que las palabras son utilizadas por muchos autores y de hecho uno puede encontrar más de una palabra repetida en una novela, poesía, cuento u obra teatral.

Mi mayor inspiración en mi primer libro de poesía Los caminos de Florencia, fue mi abuela, gracias a ella sentí el deseo, el impulso para poder publicar mi primera creación poética.

En general, cuando quiero crear poemas siento magia, fuerza, conexión con todas las artes y herramientas que pueda tener adheridas a mi alma y a mi cuerpo.

Para mí en pocas palabras mi numen para escribir poemas es conectarme conmigo, con mi alma, con mi cuerpo, con la vida y con la muerte aunque todavía no la conozca.

  1. Tu poemario Los caminos de Florenciaconforma la vanguardia literaria actual, pero comenzaste a escribir a una edad temprana. ¿Cuándo es que sientes que hallaron madurez tus versos?

En realidad empecé escribiendo frases y siempre sobre tiras de papel, no necesariamente en hojas y, ¿por qué en tiras de papel?, porque sentía vergüenza de saber que alguien podría encontrar esas tiras de papeles con escritos. Esto lo hacía desde los 10 años, pero ya casi al finalizar el año la profesora dejó de tarea investigar la biografía de Abraham Valdelomar. En la biblioteca de mi casa solo abundaban enciclopedias, libros de psicología, y ciencias como biología y anatomía que por cierto me encantan. Pero mi mamá compró un libro de literatura, entonces después de leer la biografía, la siguiente hoja mostraba el poema “El hermano Ausente en la Cena Pascual”, acompañado de una imagen en blanco y negro donde las personas estaban vestidas de negro, sentadas alrededor de una mesa larga, pero una de las sillas estaba vacía y yo imaginé que la persona que faltaba podría ser algún familiar mío, mis hermanos, mis padres o mis abuelos. Al leer el poema por tercera vez me puse a llorar, luego después sentí que escribir era hacer magia, porque en solo segundos puedes pasar por distintos estados emocionales, desde allí me di cuenta que quería ser escritora y que en una edad muy lejana publicaría mis libros.

En cuanto a la madurez de mis versos siento que realicé un trabajo más serio a los veinte (20) años, pero siendo sincera siento que todavía sigo evolucionando y que mis versos madurarán más, seguramente hay algunas experiencias que harán mis versos más maduros o leeré otros tipos de libros que harán hacer perfeccionar más mi trabajo. En realidad no existe la perfección siempre hay algo que quiero mejorar, quitar, aumentar, etcétera.

  1. ¿Cómo convives con tu impronta creativa? La unión de la poesía y la expresión lírica mediante el canto.

En realidad no es fácil, ya que a veces dejo de hacer otras cosas o postergo reuniones para poder dar fruto a mi creatividad, pero siempre estoy creando algo, cuando estoy en una conversación, puedo estar creando algo o cuando leo un libro, puedo estar creando algo, o al escuchar música, puedo estar pensando en personajes de una obra teatral, todo sucede a la velocidad de la luz, ya que lo que pensamos aparece y se va en cuestión de segundos. Pero no descarto que también puede suceder que me sienta sin ánimos de crear y pueden pasar días o meses en que no quiera crear absolutamente nada.

Bueno, “Dextrocardia” es uno de los poemas de mi libro al cual le he colocado melodía y es una de las canciones que suelo presentar ya sea acompañada por guitarra o piano.

Estoy pensando en otros poemas a los cuales pueda añadirle música, me encanta la idea de poder cantar mis propios poemas y no es fácil darle melodía, ya que los poemas que están en el libro no los hice pensando en que más adelante se conviertan en canciones, entonces al componer música para los poemas debo tener sumo cuidado para que todo pueda encajar.

DIJERON… Y YO RESPONDÍ: “NO, SOLO QUIERO SER YO”

 Dijeron…

que copie el estilo de Virginia Woolf,

y yo respondí: No.

Dijeron…

que copie la narrativa de Mario Vargas Llosa,

y yo respondí: No.

Dijeron…

que atrape las figuras literarias que usa Saúl Ibargoyen

—al cual admiro demasiado—,

y yo respondí: No.

Dijeron…

que proyecte las rimas de Bécquer,

y yo respondí: No.

“¿Por qué dices eso?”,

preguntaron los señores.

Respondí:

“Son mis letras, mi estilo, mi narrativa,

mis figuras literarias, mis rimas,

las que quiero plasmar en mi lienzo.

Puedo leer a los maestros, pero no copiarlos.

Puedo aprender de los maestros, pero no copiarlos.

Puedo admirar a los maestros, pero no copiarlos.

Puedo llenarme los ojos, el corazón y la sangre

de sus letras, pero no copiarlos.

¡Mi esencia, señores!

Quiero que mis letras tengan mi esencia,

mi vida, mi yo”.

Dijeron…

utiliza esa finura de palabras

que usa Julio Cortázar en sus cuentos,

y yo respondí: No.

Dijeron…

juega a crear versos

igual que Juan Sabina

y yo respondí: No.

Dijeron…

copia la musicalidad

que usa Rubén Darío

en sus poemas,

y yo respondí: No.

Dijeron…

así jamás llegarás en la vida a ganar algún Nobel

como lo hizo Gabriela Mistral,

y yo respondí: Pues seguro… No.

Dijeron… tus poemas son redundantes.

Dijeron… tus poemas requieren de más estilo.

Dijeron… tus poemas son muy extensos.

Dijeron… tus poemas son muy simples.

Dijeron… tus poemas son cualquier cosa, menos poesía.

Así qué respondí:

“Seguramente jamás me iguale

o llegue a los talones de tan grandes maestros,

pero voy a morir feliz, sabiendo que escribí mis poemas: Con poco estilo, redundantes, extensos, simples

y que a veces ni  siquiera, son considerados poesía.

Sé que voy a morir feliz…”

“Morir feliz, ¿por qué dices eso?”, preguntaron.

Respondí:

“Porque no quiero besar la vida, quiero hacerle el amor. Quiero equivocarme, quiero ser la peor, quiero ser la mejor, no quiero crear versos, quiero crear versos, no quiero ganar ningún premio, quiero ganar un premio algún día, quiero  ser la absurda, quiero ser la más lógica.

Quiero equivocarme y aprender así.

Quiero creer en mí y aprender así.

Quiero plasmar mi alma y aprender así.

Quiero rescatar mis palabras dibujadas en mi cerebro

y mi corazón.

Quiero mostrar mis líneas y hacer arder el papel.

Quiero estamparme yo en mis letras.

Quiero morirme en mis letras y revivir en mis letras.

Quiero navegar en mis letras y aterrizar en mis letras.

Quiero aprender, sí, pero no imitar.

Quiero crear mis poemas llenos de mi vida, no publicar un libro inflado de UTOPÍA.

Quiero que mis poemas se adhieran a la vida.

No quiero fingir, no quiero impostar”.

“Y… ¿entonces, cómo quieres escribir?”,

preguntaron los señores.

Y yo respondí:

“Solo quiero escribir con el alma,

solo quiero ser yo”.

Gutiérrez Lupinta, Fiorella Linda, Los caminos de Florencia, segunda edición, autor-editor, 2019.

Síguenos en nuestras redes sociales de FacebookTwitter e Instagram.