EL TERROR DE SENDERO LUMINOSO LOS GOLPEÓ DOS VECES

Hace 40 años, la familia Ochoa Ccahuana conoció el terror de Sendero Luminoso en la provincia de Churcampa, Huancavelica.

Entonces escapó en busca de paz y bonanza económica sin saber que la pesadilla vivida les volvería a golpear, esta vez más fuerte.

Tras el crimen de sus tres hijas y sus dos nietas, Alejandra Ccahuana, de 67 años, reveló la barbarie de la que fueron protagonistas en los años 80 por parte del movimiento terrorista.

SL MASACRÓ AL PAPÁ

La madre de Marcelina, Dianeé y Carmen Rosa, tres de las 16 víctimas de la masacre ocurrida la noche del domingo en San Miguel del Ene, relató que su esposo José Ochoa fue salvajemente atacado por Sendero Luminoso.

Era época en que las autoridades eran declaradas enemigas del partido, Ochoa era teniente gobernador de Churcampa y estaba en contra de la ideología senderista.

“Los terroristas golpearon salvajemente a mi esposo y casi lo matan. Escapamos del pueblo cuando mi hija Marcelina era una bebita. Trabajamos como peones y la dueña de un extenso terreno nos regaló una chacra”, contó la madre. Años después, don José falleció a consecuencia de los golpes.

POR OPORTUNIDAD

En octubre del año pasado, en plena pandemia, su hija mayor Marcelina Ochoa recibió un duro revés económico en la venta de cereales. Por lo decidió viajar al Vraem en búsqueda de oportunidad.

Luego la siguieron sus hermanas Dianee y Carmen Rosa para trabajar en el bar restaurante que alquiló en San Miguel. Ambas mujeres viajaron con sus hijas de 3 y 1 año de edad.

Ayer los restos de las hermanas y sus hijas, fueron trasladadas a Chilcas, Huancayo donde sus deudos y amigos se volcaron a sus viviendas para velarlos y exigir la búsqueda de los culpables.

El alcalde donó los 5 ataúdes y corrió con todos los gastos que demandó el sepelio. Vecinos apoyaron con víveres a los deudos para el sepelio.

DOLOR DE MADRE

Sadith Ortega, otra de las víctimas de la masacre, estaba afincada desde hace dos décadas en el Vraem. Durante su paso por las Fuerzas Armadas, conoció la selva y decidió quedarse para sembrar café.

“Era militar y cuando le dieron de baja se dedicó a la cosecha de café. Venía a Ventanilla cada dos años. La última vez me dijo que iba a venir el 28 de julio”, agregó Santa Pinedo.

Acariciando la foto de su hijo cuando servía a la patria, la madre no pudo contener el llanto y pidió a las autoridades que se investigue lo sucedido. Además, pidió ayuda para traer el cuerpo de Sadith y darle cristiana sepultura.

Suscríbete a nuestra versión digital AQUÍ

Sigue al Diario Extra en sus redes sociales de FacebookTwitter e Instagram.