CAPTURA DEL ‘APÓSTOL DE LA MUERTE’ FUE OBRA DE UN “ALMA”

A finales del 2006, el mecánico Pedro Pablo Nakada Ludeña era portada de todos los diarios de la época. Los tabloides y noticieros contaban con detalle su macabra historia.

El ‘Apóstol de la muerte’ afirmaba haber asesinado a 25 personas. “Tuve que hacerlo para limpiar al Perú de la escoria y ser visto como un salvador”, dijo entonces.

DE TERROR

Lo que pocos sabían es la historia detrás de su captura. Se trata de un capítulo macabro e irreal: El sanguinario asesino en serie fue apresado tras ser herido de un balazo “por el alma” de algunas de sus víctimas.

La revelación, a modo de anécdota y broma, la hizo el propio jefe de la División de Homicidios de la Divincri de la época, el entonces capitán Víctor Revoredo.

El 28 de diciembre de ese año, el equipo liderado por Revoredo había llegado al taller mecánico de Nakada en Huaral.

Pero el llamado ‘apóstol de la muerte’ quiso vender cara su captura y, provisto de una pistola, abrió fuego hiriendo a un detective. Luego se escabulló y, pese a una exhaustiva búsqueda, el criminal “desapareció”.

Por interminables minutos los detectives hurgaron la zona. Cuando estaban por darse por vencidos, se escuchó un disparo. Provenía de una zanja donde Pedro Pablo fue hallado sangrando de una de sus piernas.

La bala salió de su propia arma. “Una de las almas de sus víctimas lo hizo”, señaló Revoredo.

Posteriormente, Nakada Ludeña confesó que su captura impidió una matanza en una discoteca a donde iba a arrojar una granada.

SUS CRÍMENES

El “Apóstol Maldito” había iniciado su estela de terror y muerte un año antes. Una tarde victimó de un balazo en el tórax a Carlos Edilberto Merino Aguilar (26), en la playa Chorrito, en Chancay, para robarle. Luego, ultimó de dos tiros en la cabeza a Teresa Cotrina Abad en el A.H. Tierra Prometida.

Su tercera víctima fue Walter Sandoval Osorio y la cuarta, su cómplice Gerardo Leonardo Cruz Libia. Asimismo, le quitó la vida de un disparo en la cabeza al vigilante Carlos Walter Tarazona Toledo y a la quinceañera María Verónica Tolentino Pajuelo.

Seguirían en la lista fatal, un taxista y sus dos pasajeros, un cosmetólogo y muchos otros.

LIMPIADOR

“No soy un criminal, soy un limpiador, he librado a la sociedad de homosexuales y vagabundos. Sólo trato de purificar la tierra de prostitutas, drogadictos, homosexuales y asaltantes”, dijo tras su captura.

Durante el proceso en su contra, reveló que tras dispararles en la cabeza para que sus víctimas no sufran, rezaba por sus almas y escapaba.
El Poder Judicial lo condenó por el crimen de 17 personas y no de 25 como él mismo pedía.

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